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Encuentro en Santamera

El fin de semana del 28 y 29 de junio se celebró en Santamera el VI Encuentro de Pobladores Rurales de Guadalajara. Estos encuentros han surgido al margen de cualquier iniciativa “oficial”. La misma gente que ha venido para vivir a la zona rural de Guadalajara da un paso más para unirse en una especie de la red. Antes los llamaban “neorurales”, ahora parece que esta palabra ha caído en desuso y se sustituye por una más contundente: “pobladores”, como si tratara de duras zonas desérticas y de unos valientes que se establecen en ellas. Y más o menos así es.

Nuria Tornero, diseñadora (y ahora hortelana) que ha venido a vivir a Utande, un pueblecito muy pequeño entre Jadraque y Brihuega, dice que la idea de los encuentros surgió de unas conversaciones entre amigos: “Hablando de que tenía que haber más gente en la provincia, nos animamos a hacer un encuentro”. Ecologistas en Acción dieron cobertura al primer encuentro, en 2009, y acudió mucha gente: “Era gente dispersa por la provincia a quien les gustó la historia y se acercaron a Torremocha de Jadraque”. Para el segundo encuentro se propuso el pueblo de Hontanillas. Es un pueblo muy curioso, había sido expropiado por el Estado y permanecía despoblado desde los años 60. Después de varios intentos infructuosos de reanimarlo, un grupo e instaló allí sin ningún permiso oficial, así que es un pueblo ocupado o más bien, como dice Nuria “medio en cesión” porque es una pedanía de otro pueblo, Pareja, con el que tienen “buen rollo”… El siguiente encuentro fue en otro pueblo, luego en otro más, etc. Son encuentros itinerantes, y de esta manera se engancha gente de diferentes zonas de la provincia. ¿Cuánta gente ha participado esta vez? “Por lo menos hemos dado de comer a 150 personas. Es la manera que tenemos de calcular cuánta gente hay”.

Este año el anfitrión es –como no era difícil de adivinar– La Taina, la asociación campesina ubicada en Santamera, con sus cinco miembros fijos y un flujo interminable de gente, una especie de imán para los que buscan formas más auténticas que las convencionales de realizarse y de relacionarse con otras personas.

El encuentro consistió en un intercambio de experiencias, unos talleres, una comida popular, un mercadillo que no es solo para vender productos artesanales sino también un espacio tranquilo que permite presentar diferentes proyectos o simplemente hablar.

Eso de “hablar” está últimamente como devaluado, parece un pasatiempos inútil. Es curioso que Samuel Bartolomé, de La Taina, cuando lo tocó hablar sobre su experiencia y  la de sus amigos, dijo: “Sobre todo quiero recalcar que hablamos mucho, curramos un montón y hablamos mucho, creo que nos contamos unos a otros todo”. Puede parecer un detalle secundario comparado con las ideas de autosuficiencia, sostenibilidad (que también sonaban muchísimo en el encuentro). Pero realmente la capacidad de hablar con el otro es una medida de la calidad de las relaciones sociales ¿no? Por cierto, en el encuentro también se hablaba mucho, a solas, en grupos, en asambleas, a cualquiera le contabas tu vida y “hacia adonde apuntas”. Una de las conclusiones que se oía más de una vez: al fin y al cabo es fácil aprender a cultivar tomates, lo más complicado es crear relaciones sociales. Aquí cada persona tiene su propia visión y lo que pretende es sentirse libre, porque es para eso para lo que emprendieron toda esta historia de trasladarse al campo. La ilusión no es “hacer jabón o cremas para poder sacar al final del mes 600 pavos que no podían sacar en Madrid”, dice Isato.

Isato forma parte de un grupo de unas diez personas, de edades comprendidas entre los 26 y los 42 años, que el año pasado se instalaron en un pueblecito llamado Fraguas. Fraguas sigue la estela de Hontanillas, también fue en su tiempo expropiado por el Estado, y ahora está “ocupado”. Parece que en el caso de Fraguas las relaciones con las autoridades de los pueblos cercanos no son especialmente buenas. En general, los alcaldes toman posturas muy diferentes hacia los nuevos pobladores; unos les apoyan, otros no, y, al parecer, no depende tanto del signo político del alcalde como de su personalidad. En cambio los habitantes de los pueblos, la gente mayor, suelen mirarlos con buenos ojos. Los de Fraguas cuentan que la relación con algunos ancianos que quedaron de los antiguos habitantes del pueblo y que siguen viniendo de vez en cuando, por ejemplo para visitar el cementerio, es algo muy importante y emocionante para ellos. Que les aprueban y que incluso les agradecen haber dado la vida a su antiguo pueblo, y que si hubiera sido de otra manera, no valdría la pena ni meterse en eso. “Montar una bonita historia con cuatro colegas, no es lo que yo quiero”, dice Isato, químico de formación. “Hay que volver al pueblo y crear una estructura que nos haga un poco más libres. Está todo lleno de tierras y de casas, por lo tanto hay que tomar esta iniciativa. Para mí, la solución es la autosuficiencia, la vida en comunidad. Yo solo no puedo ser autosuficiente, pero nosotros, sí”. Crear un tejido, estructuras algo más potentes donde encajen con facilidad proyectos de muchos grupos es una necesidad de la que hablaban como de algo pendiente e inminente.

En el encuentro también participaron varias organizaciones (Unión de Pela, la más próxima a Sigüenza, de la que La Taina forma parte; El Rincón Lento de Guadalajara; la Asociación para la Rehabilitación de Pueblos Abandonados-ARPAE y muchos otros más. Se puede recabar más información en el blog http://pobladoresrurales.wordpress.com).

Dijo Henning, un alemán que aterrizó en el encuentro, que tal vez la situación revuelta y inestable de la España de hoy facilite un cambio. Tal vez. Pero una nota, no digo triste, pero sí cansada, también sonaba en el encuentro. Salva, que hace años apostó en La Miñosa por hacer un centro de educación ambiental para niños, confesaba estar “arruinado”. El representante de los “ocupas” de Hontanillas dijo que su proyecto fue rechazado por las autoridades. “Entonces ¿en qué situación estáis ahora? ¿De alquiler?”, le preguntaron. “Estamos (y punto)”, contestó él. Muchos de los que relacionaban sus proyectos con la educación ambiental, de los que fundaban su pequeña estabilidad económica en el trabajo de retenes, que de una manera u otra dependían de la administración, tienen que volver a trazar sus vidas. Con nuevos proyectos que vayan más lejos.

 

 


Viñeta

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