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El pintor Santiago Morollón expone en Sigüenza
- Redacción
Entrevista con el artista con motivo de la exposición organizada por Sigüenz(A)rte que permanecerá abierta en la Ermita de San Roque hasta el 29 de agosto.
¿Qué relación tienes con Sigüenza?
Mi abuela era de Sigüenza, mi padre nació aquí y vengo según me dijeron desde que tenía tres meses. No nací en Sigüenza pero mis vivencias han sido en Sigüenza y en su entorno: Baides, Cutamilla…, tengo casa aquí y pasamos aquí unos seis meses mínimo compaginándolo con Madrid.
Esta no es tu primera exposición, ¿has expuesto anteriormente en Sigüenza?
La primera exposición que hago en Sigüenza fue en 1991 en la Ermita del Humilladero. Luego he expuesto tres veces en la antigua taberna del Gurugú de la Plazuela también en Sigüenza, además un par de mis cuadros fueron elegidos para el Salón de Otoño de Madrid y estuvieron expuestos en la sala Casa de Vacas en el 2017 y en el 2020. He donado cuadros, a diputaciones y a asociaciones; a la Fundación Siglo Futuro de Guadalajara, a la Asociación de Amigos de la Iglesia de Santiago, a la hermandad para la rehabilitación de Santa Librada . Y el último a la Fundación Angelman, una fundación para luchar contra una de las enfermedades raras.
Tus pinturas son inconfundibles. En la exposición hay cuadros más realistas que otros ¿Ha variado tu estilo con el tiempo?
Los cuadros expuestos aquí son obras de los cuatro últimos años. Entonces claro con el tiempo vas introduciendo alguna variación en el tema. No delimitas tanto en algunos cuadros. Pero siempre hay el mismo planteamiento, yo solo utilizo colores puros, no mezclo los colores. Al emplear colores planos, consigues formas y volúmenes en base a los colores, entonces tienen que tener una delimitación para dar esa sensación de volúmenes.
¿Cuál ha sido tu formación artística?
De profesión yo soy aparejador aunque ya estoy jubilado. Nunca he ido a ninguna academia, ni estudios. El dibujo siempre me ha gustado, es la parte inicial y a partir de ahí empiezas a crear. Empecé haciendo ceras, puedo tener unos doscientos originales hechos con este material. Luego seguí con óleos, pero pinto en una habitación de mi casa en Madrid y el olor era imposible. Y al final me decanté por el acrílico que me permite pintar algo más rápido. Llevo unos siete u ocho años con el acrílico. Trabajar con acrílico es un proceso trabajoso, hay veces que tienes que dar hasta dos o tres manos hasta conseguir el color que quieres y que todo esté en su sitio. La gente muchas veces no se da cuenta del trabajo que hay detrás de un cuadro, exige un conocimiento, una preparación y no sale a la primera.
¿Cómo es tu forma de trabajar?
Soy un pintor realista porque para mí el punto de partida es en dibujo. La base es el dibujo, no pinto sin tener el cuadro reflejado en el lienzo. Parto en muchos casos de fotografías, incluso de fotografías antiguas en blanco y negro, después esa realidad la interpreto a mi manera. A partir de ahí, todo es inventado, es creación. Por ejemplo un cuadro de la exposición surge de cuando fui a Brihuega a ver los campos de lavanda y saqué una foto y a partir de ahí hice una composición.
¿Qué influencias tienes de otros artistas?
A mí lo que más me gusta es el color, es decir la época que va de 1890 a 1900, antes de la primera Guerra Mundial hay muchas corrientes en las que el color era algo fundamental. Tienes el impresionismo, el fauvismo, los naif, el expresionismo alemán. Lo que más me ha influido es el fauvismo, por su planteamiento de utilizar colores puros.
¿Qué pretendes conseguir con tu pintura?
Lo que pretendo es que el cuadro te llame y que transmita una alegría, una sensación de vivir, que te llame y lo mires y lo remires. Mi pintura no es triste en absoluto. Eso es lo que trato de conseguir con mis cuadros.