Algunos pensaron ingenuamente que se trataba de un error en la redacción del texto. En un bando municipal sobre el ruido, difundido durante las pasadas fiestas patronales, se instaba a las peñas que a partir de las siete de la mañana rebajaran el volumen de sus charangas para no perturbar el descanso de los vecinos de más avanzada edad por un lado y los bebés por otro, así como para respetar la jornada de trabajo de aquellos que tenían la desgracia de laborar por estas fechas sin haber pegado ojo en toda la noche. Se trataba de evitar a toda costa que a nadie en la ciudad se le privara en estas fechas de disfrutar de una experiencia acústica extrema. Enseguida se despejó la incógnita, no había error en el texto del bando, sino en su titular, solo había que cambiar la preposición “sobre” por la preposición “para” para entender su verdadero sentido; se trataba de un bando para el ruido.
Desconocemos el efecto de dicho bando entre sus presuntos destinatarios pero los que sí se lo tomaron al pie de la letra fueron los integrantes de las diversas orquestas que, con nombres tan tan intimidantes como “Corleone” o “Vendetta Proyect” amenizaron las noches de fiestas con la ejecución sonora de sucesivas ciclogénesis auditivas. Y es que sobrepasado un límite de volumen, a altas horas de la madrugada las ondas sonoras se transmutan en lo que los expertos (o enteraos) llaman FAEs (Fenómenos Acústicos Extremos). Así que los que tuvieron la fortuna de estar en su radio de acción pudieron disfrutar de la experiencia irrepetible de unas noches en blanco fruto de estas contundentes armas fónicas de ensordecimiento masivo.
Sugerimos que en las próximas fiestas se contrate a “Tímpanos fuera”, la considerada orquesta puntera en el sector que está rompiendo los pabellones auriculares en los saraos nocturnos de otros municipios del país. Para ahorrar costes, ahora que está tan de moda externalizar los servicios, se podría encargar la gestión de estos ensordecedores eventos a empresas con intereses en el cada vez más lucrativo sector de las prótesis auditivas. De cualquier forma tras la experiencia extrema vivida en las fiestas patronales parte de la población quizá se está planteado buscar otros destinos tan excitantes como Chernobyl o Fukushima para pasar los veranos en los próximos años.
Pero la experiencia de los FAEs no termina con los festejos veraniegos sino que se prolonga, con mayor o menor volumen de decibelios, todos los fines de semana para los agraciados por ese fenómeno tan nuestro como es el potellón (lo escribimos con p por el efecto evacuativo que provoca en los que lo practican y para así crear una seña de identidad y posibilitar la creación de una denominación de origen local).
Los vecinos de estas Zonas Especiales de Pota (ZEPs) llevan ya muchos años sugiriendo que no se prive al resto de la población del disfrute de estos espectáculos sonoros de alta graduación. Sugieren que, acompañados de disco coches se conviertan en itinerantes por todos los barrios de la ciudad, incluidos aquellos lugares en los que pernoctan las autoridades locales. De esta manera la corporación municipal podrá apreciar el potencial sonoro de estos FAEs semanales y así poner en valor como reclamo turístico unas Rutas del Potellón Autóctono (RPAs) en las que se integre, junto a la pota tradicional, el cada vez más asociado lanzamiento de vidrio como modalidad de deporte de riesgo. Esta actividad podría ser patrocinada por alguna compañía embotelladora obteniendo suculentos beneficios promoviendo la botellita del día después.