En pocos meses se ha propagado en el mundo una nueva doctrina que amenaza con barrer todas las creencias anteriores de la humanidad. Se denomina covidismo en honor a su fundadora, la covid-19 propagada por un misterioso espíritu viral que al parecer surgió en una región del lejano oriente por la transmigración entre especies. En todos los países han ido surgiendo los profetas del covidismo en la tierra, es decir los sumos sacerdotes de la salud que glosan y hacen exégesis de la doctrina y lanzan anatemas a los infieles y relapsos. Todos estos representantes del covidismo prescribieron, con mayor o menor énfasis, el confinamiento de la población en sus cubiles para hacer frente a la propagación del espíritu viral que castiga a los pecadores, provocando millares de víctimas. Hay que decir que la virulencia afecta sobre todo a los más mayores ya que lógicamente son los que más pecados acumulan en su trayectoria vital. Los niños por el contrario están a salvo de la infección debido a su inocencia pero las autoridades sanitarias advierten que no están a salvo del pecado original. Por ello pueden ser portadores y hacer que sus progenitores, que van acumulando faltas a medida que van transitando por este valle de lágrimas, sufran los estragos del castigo covidista. Siguiendo al pie de la letra la nueva doctrina se ha creado una orden de creyentes rigoristas que recrimina a los gentiles que permanecen al margen de la nueva fe e intentan evadir las normas del covidismo.
Logotipo de la iglesia covidista.
En nuestro país ya está empezando el proceso de canonización en vida del sumo sacerdote de la salud (ya hay camisetas con su rostro) mientras que a los precarios y mal pagados profesionales sanitarios se les ofrecerá un premio princesa de Asturias de baratillo. Con esta última acción se mata dos pájaros de un tiro. Por un lado hacer que la institución monárquica, hoy en horas bajas, recupere cierto protagonismo y por otro dorar la píldora a los sanitarios para que estén en forma para el próximo advenimiento de una nueva oleada de covidismo.
La nueva doctrina, también denominada nueva normalidad, prescribe el distanciamiento social y se propone alejar a cada uno de su prójimo para evitar que se infecten los unos a los otros. El covidismo, en vías de establecerse ya como doctrina universal, se propaga en tiempo real a través de las múltiples pantallas por vía de predicadores-tertulianos y sin ningún contacto individual entre los creyentes. Para llegar a todos los rincones las jerarquías religioso-sanitarias se han aliado con las plataformas tecnológicas para asegurar la difusión virtual a través de las redes sociales y de paso vender a los fieles los paliativos físicos y espirituales necesarios para cumplir con la penitencia.
Para evitar que el distanciamiento social de la población desemboque en malos pensamientos y acciones individuales pecaminosas las autoridades seculares, en simbiosis con los nuevos profetas han anunciado la inmediata vuelta a la nueva normalidad deportiva, priorizando a los esforzados del balón sobre cualquier otro colectivo para que puedan cumplir con un servicio esencial para el disciplinamiento de la sociedad.
Por otro lado va surgiendo poco a poco una casta elegida que jugará un papel primordial en el futuro próximo, se trata de los portadores de anticuerpos, que habiendo superado la prueba penitencial a la que les sometió la nueva fe, han salido más fuertes que todos los demás, cobrando conciencia de su superioridad sobre el resto de los mortales.
A los más fervorosos teletrabajadores que han proseguido confinados su labor religiosamente se les ha prometido como recompensa a su ejemplar dedicación, una indulgencia en forma de vacuna que les proveerá en el futuro de anticuerpos premium. Hay que hacer la salvedad que para evitar la cultura del todo gratis, se suministrará previo pago a la farmaindustria, que se ha comprometido a donar un sustancial óbolo a la iglesia covidista.
El covidismo ya es oficial en la mayor parte de los países aunque todavía hay reductos paganos que no se someten a la nueva doctrina y se niegan a vivir en la nueva normalidad. Para estos infieles, los teo-virólogos expertos en covidismo amenazan con la segunda oleada en la que volverá triunfante, como un nuevo apocalipsis, el nuevo mesias del covidismo para llanto y crujir de dientes de los sin-anticuerpos que circulan por las calles sin el correspondiente bozal.
Para anunciar este mal augurio se apoyan en una mezcla de las profecías de San Malaquías, las infalibles parábolas de la OMS cuando habla ex-cátedra y en el oráculo tecnológico de Bill Gates y otros filántropos precursores de la nueva fe covidista.