Ya va siendo hora de poner a buen recaudo las gastadas figuras del Doncel, doña Blanca o el cardenal Mendoza. Hay que hacer que las manillas del reloj avancen en nuestra ciudad y explotar ese otro nicho lleno de posibilidades que permanece hoy tristemente olvidado. Se trata de reivindicar, sin complejos, el caciquismo, ese notable fenómeno social que tanta huella ha dejado entre nosotros. Y para poner en valor esta gloriosa época nada mejor que apoyarnos en su figura más emblemática, don Álvaro Figueroa y Torres, más conocido como el Conde de Romanones.
Proponemos la creación de unas Jornadas Romanónicas, cuyo acto central sea una representación viviente del mítico Consejo de Ministros que, según los cronistas, el insigne político celebró en la Alameda seguntina. En la recreación de tan singular efemérides, los participantes acudirían a la cita en carruaje ataviados con vestimentas de época mientras que la Banda de Música, interpretaría la victoriana “Marcha de Pompa y Circunstancia” de sir Edward Elgar.
Este guiño musical, además de honrar a la acreditada anglofilia de nuestro conde, podría funcionar como anzuelo para que las empresas financieras de la City se instalaran en nuestros lares en su previsible estampida por el Brexit. Un medio para obtener ingresos adicionales para la ceremonia sería ofertar los sillones de mimbre a la sombra de los olmos (artificiales, por la grafiosis) del polvoriento jardín neoclásico para que las baronías autonómicas puedan celebrar allí sus consejos itinerantes. Esa “Tasa Romanones” serviría para sufragar además los gastos del desplazamiento de los séquitos regionales.
Con la creación de estas jornadas conseguiríamos además que la calle San Roque, la más emblemática de nuestro ilustrado barrio, resurgiera de sus cenizas, reactivando su hoy mortecino cabildeo inmobiliario. La iniciativa crearía innumerables puestos de trabajo simplemente con que los viandantes habituales o figurantes contratados ex profeso para las jornadas, lucieran palmito paseando por sus nobles aceras. Esa ruina bien retejada que es el antiguo cine Capitol podría, a rebufo de la Marca Romanones, reconvertirse en un Centro Romanónico de Interpretación en el que se exhibieran todo tipo de habilidades, desde el tradicional pucherazo y la compra de votos a pesetas, hasta las nuevas técnicas basadas en el neuromarketing, pasando por el manejo y la manipulación de las redes sociales.
La carreterilla del Conde, ese legado de los afanes urbanizadores del ilustre personaje, podría ser escenario de carreras de carruajes por el salutífero pinar aledaño. Como homenaje a la pasión escopetera del Conde se podrían crear unas Rutas de Romanones en unas ZEDAs (Zonas Especiales de Depredación de Aves) en las que, sin intempestivas vedas se soltarían codornices por un tubo para garantizar mediante el tiro a esta suculenta volátil una abundante percha a los émulos del conde.
Para publicitar las Jornadas Romanónicas se podrían emplear reclamos como “Caciquismo ¡ya!” parafraseando la urgencia de los vecinos sorianos u optar por otros más alternativos, como “Otro caciquismo es posible”. También se podrían utilizar los lemas de la última campaña electoral para promocionar la iniciativa: “Haz que pase Romanones”, “Romanones, valor seguro”, “¡Vamos Romanones!” o “Tu Romanones”.
Proponemos crear un cuerpo armado (de garrotas), que llevaría la denominación “Los Hijos de Romanones” para integrar a la juventud de la ciudad. Los integrantes de esta hermandad llevarían camisetas negras de estética punk con el nombre y la efigie del Conde y se encargarían del buen desarrollo de los fastos romanónicos. Su labor sería vigilar la circulación de carruajes impidiendo que aparcaran, invadiendo, como ocurre en la actualidad, las aceras así como velar por el decoro en el vestir en el casco ilustrado. Ni que decir tiene que en las jornadas habría campo abonado para que los cronistas locales exprimieran como es debido la singular figura del Conde, reivindicando su legado de cara a construir en nuestro entorno un remozado caciquismo del siglo XXI.
Pero no todo serían juegos florales. habría también tajo para que el sector de la construcción pusiera sus granitos de arena. Hay que olvidarse de la letanía electoral de implorar una depuradora, la ambiciosa idea que subyace bajo esta iniciativa cultural es hacer del Henares un río navegable, drenando su cauce a su paso por la ciudad y convirtiendo su ribera, en una zona de esparcimiento fluvial para solaz de los acaudalados. El ladrillo, atento a cualquier movimiento de tierras, podría apadrinar este sueño ilustrado y convertirlo a la vez en un lucrativo negocio, ofertando palafitos de luxe en primera línea de río.
Por último para realzar el papel del Conde de Romanones en la dinamización de la ciudad se crearía un Taller de Empleo de Eventos Mediáticos “Álvaro de Figueroa y Torres” se encargaría de erigir en la rotonda de entrada a la ciudad junto al polígono industrial, una efigie de nuestro prócer en su carruaje con la leyenda: “Bienvenidos a la Tierra de Romanones” o su equivalente en bilingüe: “Welcome to the Romanones´s Land”.
Todos podemos participar en el Consejo de Ministros de Romanones en la Alameda de Sigüenza.