Tras concluir con relativo éxito la reposición del culebrón nacional ¡Gibraltar español! entramos ya de lleno en la nueva temporada de circo. Calentamos motores con los fichajes de nuevos gladiadores para los dos eternos rivales; el equipo blanco de los Emiratos de Magerit se hizo con un crack por tan solo 99 millones de euros mientras que a la banda azulgrana de Qatar Al-Barça le salió el suyo por 57 millones, ¡una verdadera ganga! Siempre hay algunos malintencionados que critican estos desembolsos pero no son conscientes de que repercutirán en el aumento de la audiencia televisiva, en la venta de la prensa deportiva (y en la del corazón, para cubrir las andanzas de las acompañantes de los divos del balón).
Hay que decir que para financiar estas operaciones están nuestro queridos bancos, algo que debería enorgullecernos. Si les hemos regalado ya unos 40.000 millones de euros desde 2010 es para que fluya el crédito a los clubes y podamos hacer buenos fichajes como los que llenan estos días de entusiasmo a la afición.
Se anuncia que esta temporada habrá fútbol los viernes, los sábados, los domingos y los lunes. Desgraciadamente quedan sin cubrir los martes, miércoles y jueves. ¿Qué vamos a hacer durante esos días ayunos de nuestra dosis cotidiana de patadas al balón? No se asusten, afortunadamente vuelve a las pantallas de plasma la fiesta nacional con el razonable argumento de que hay que asumir con naturalidad el visualizar en alta definición y horario infantil como se degüella con arte a un animal. Esto podría cubrir otro día de la semana, pero ¿es esto suficiente? creemos que no, es necesario que permanezcamos atentos a la pantalla todos y cada uno de los días de la semana.
Desgraciadamente en la arena nacional no tenemos otra cosa que la transmisión desde el hemicirco (no es una errata) de la actuación de esa extraña pareja de la política, que tras algunos amagos de pelea, al final siempre acaba abrazada para no caer la lona, como si de boxeadores sonados se tratara. El olor a tongo que destilan sus cansinas actuaciones resta audiencia a sus ya de por sí, poco atractivas señorías.
Menos mal que, ante el tedio nacional, nuestro gran hermano internacional, que nos vigila y sabe de nuestras necesidades, ha programado para los próximos meses bombardeos limpios y desprovistos de química que prometen animar el Oriente Arena. Esperamos poder contemplar estas apasionantes operaciones quirúrgicas que se avecinan en nuestros televisores sin peligro de que nos salpique la sangre y que se tengan en cuenta los horarios más apropiados para que no haya coincidencias con los habituales partidos del siglo.
Y es que, cuando se le despoja a un pueblo del pan resulta imprescindible incrementar como sea la dosis de circo.