El representante de Engrosa, una conocida empresa energética de matriz italiana, lider del sector, se presentó en nuestra redacción y nos hizo una oferta difícil de rechazar. “Queremos contribuir al engrosamiento de La Plazuela, ya hemos tocado a las grandes cabeceras que nos ceden sus portadas e incorporan contenido patrocinado cuando lo necesitamos. Ahora que está de moda, buscamos un nicho en la España rural, nos hemos fijado en vuestro medio, queremos fortalecerlo para hacer de él una publicación premium”.
Viendo que había posibilidad de negocio, dejamos que los representantes de Engrosa desarrollaran su plan para dinamizar La Plazuela. “Se trataría de hacer de su medio un instrumento influyente, para ello nos proponemos lavarle la cara y ponerlo al día para pueda afrontar los retos de la transición energética que nos proponemos liderar”. Al vislumbrar que la cosa iba en serio, quisimos que concretaran la oferta. “Para Engrosa en primer lugar hay que dignificar la publicación, el papel periódico no es lo más apropiado, hay que pasar al papel cuché en formato de revista interactiva”. Adujimos que nuestro modesto papel periódico servía a muchos paisanos para encender sus estufas y para envolver bocadillos evitando la utilización de bolsas de plástico, pero nos paró en seco, dejándonos sin argumentos. “El papel periódico contribuye a la deforestación y al cambio climático, mientras que las publicaciones de lujo en papel cuché, al servir como símbolo de estatus, se conservan durante mucho más tiempo en las recepciones, incluso sin abrir”. Ante nuestra objeción de que aumentarían los costes de distribución por el peso del ejemplar, el representante de Engrosa zanjó de inmediato la cuestión: “Tenemos un convenio con Globalzón, una empresa de distribución por drones, que se compromete a colocar la publicación en cualquier rincón de la comarca en tiempo real”.
El representante de Engrosa prosiguió su disertación: “En cuanto al contenido, hay que dejarse de localismos que no llevan a ninguna parte, les ofrecemos contenido gratis con extensos publirreportajes sobre renovables o sobre despoblación de tal modo que no tengan que preocuparse por ese particular, entendemos que escribir es duro y queremos ahorrarles ese doloroso extremo”.
En efecto, pensamos que eso ahorraría trabajo, los reportajes son costosos y llevan su tiempo, pero les dijimos que existía un campo, el de opinión que tendríamos que cubrir. También habían pensado en eso: “para ocupar ese apartado tenemos un grupo de opinantes famosos en nómina, algunos incluso galardonados con algún premio planetario, que opinarían en cada número sobre lo malos que son los catalanes, la importancia del despliegue de las redes 5G, la amenaza de los espías rusos o temas similares de candente interés en el mundo rural, con lo que siempre les aseguraríamos una fiel audiencia de lectores”.
En cuanto a necesidades materiales Engrosa no dejaba cabos por atar: “les suministraremos energía para iluminar su sede, de manera que se convierta en un foco de atracción, emulando las lucecitas de Navidad de los alcaldes de Vigo o de Madrid. Al personal se le proporcionará un reloj inteligente en contacto con la nube para que puedan consultar a Engrosa sobre cualquier duda de estilo o contenido”. Ya casi convencidos de la bicoca que nos ofrecía la compañía energética, preguntamos si había alguna contrapartida a tan generosa oferta. “Para inyectar dinero en su publicación y convertirla en un medio innovador solo les pedimos que modifiquen el nombre de la publicación, a partir de ahora se deberá llamar La Gran Plazuela, e incorporar la leyenda: ‘periódico de engrosamiento global’, no deben preocuparse de nada más, el resto es cosa nostra”.