Se ha descubierto en la ciudad de Pisa un nuevo virus que ataca de improviso a los aficionados a la fotografía. El virus, bautizado con el nombre de pisantro debido a su descubrimiento en la citada ciudad italiana, se propaga con mayor virulencia todavía cuando se utiliza el flash.
Al parecer todo empezó cuando un turista trató de fotografiar a su pareja sujetando la famosa torre inclinada. Tanto el fotógrafo como la fotografiada sufrieron un vahído que los derribó de manera instantánea y tuvieron que ser ingresados en estado catatónico. La torre también sufrió daños inclinándose varios metros más. La pareja se encuentra ahora en observación en un hospital sin haber recobrado aún el uso de la razón. El hasta ahora desconocido virus que afecta, tanto al sujeto que capta la imagen como a su objetivo, se propagó a continuación con especial virulencia por la ciudad de Venecia vaciando sus canales, alcanzando ya a Florencia, Siena y Roma, sembrando el pánico entre las poblaciones de turistas que pululaban indolentes por sus históricas calles.
El mismo fenómeno se ha producido en los alrededores de la Torre Eiffel de París y junto al Partenón en Atenas. Entre nosotros los primeros síntomas comenzaron en Barcelona junto a la Sagrada Familia de Gaudí y el mal se extiende de manera incontrolable por las ciudades andaluzas de Granada, Sevilla y Córdoba. En la zona centro del país el lugar más afectado es la ciudad de Toledo donde se ha declarado el toque de queda. Allí la población autóctona, organizada en patrullas ciudadanas, vigila todas las entradas a la ciudad para impedir el acceso a los turistas, especialmente aquellos con marcados rasgos orientales.
Los especialistas creen que la proliferación, cada vez más desinhibida, de selfies ha sido el desencadenante de la nueva pandemia que se propaga sin control por Europa y otros continentes dejando a gran parte de sus poblaciones en un estado de aturdimiento todavía sin remedio conocido. Otros focos virulentos de la epidemia son las ciudades de Cancún y Bali que han sido declaradas en cuarentena.
Los cuerpos de seguridad de varias ciudades históricas han sido autorizados a disparar, de momento solo con balas de goma, a los fotomaniacos que, en contra de las medidas preventivas se empeñan en seguir utilizando compulsivamente sus cámaras de fotos sobre los monumentos en las ciudades históricas. Se ha observado además que los familiares y amigos que contemplan sin protección las fotos obtenidas tras un viaje turístico infectadas por el pisantro, sufren virulentos procesos alucinatorios.
Las autoridades, que aún no han descubierto el antídoto al fotovirus recomiendan a los usuarios que, como medida de seguridad, eliminen todas las imágenes de sus aparatos y formateen sus tarjetas de memoria. También piden a los usuarios que se desprendan de sus móviles cuando exista la sospecha de estar infectados por el virus, algo que, ha provocado un amplio rechazo entre los fotodependientes que se aferran inconscientes a sus aparatos.
Se ha prohibido a los residentes de las ciudades históricas la malsana costumbre de fotografiar a los turistas cuando estos les ceden sus cámaras, advirtiéndoles de que se trata de una actividad de alto riesgo. Al parecer el virus del pisantro afecta a los mismos cascos históricos que sufren un importante deterioro al ser expuestos a los objetivos contaminados de los turistas.
Para evitar daños irreversibles en el patrimonio cultural y arquitectónico, las autoridades de muchos países, además de confiscar móviles, cámaras de fotos y de video en las fronteras, han decidido, hasta que se descubra un antídoto contra la dolencia, suministrar gratuitamente lápices, pinceles y otros instrumentos inocuos para que los turistas puedan seguir plasmando gráficamente, sin dañarse a sí mismos ni al entorno, las impresiones de sus itinerarios turísticos.